domingo, 12 de agosto de 2007

Irradiación de principios

Abrir una ventana a través de las ventanas que gobiernan mi ordenador personal, es una idea que ha rondado por mi cabeza durante muchos meses. Desde el primer momento en que empezó a surgir este pensamiento en lo más oscuro y profundo de las vísceras que alberga mi cráneo, había un sentimiento que me atenazaba, y en consecuencia, me impedía dar el salto a la red: el hecho de no tener nada interesante que contar.
Si en este momento estás teniendo la paciencia suficiente como para leer esto es porque creo, sin tener toda la certeza, que lo he encontrado.
Más o menos a mi medida, este es el traje que yo quería vestir.
Este blog nace con un sepelio. La Marcha fúnebre para una marioneta[1] es una pieza musical compuesta por Charles François Gounod (1818-1883), que adquirió enorme popularidad a partir de que fuese utilizada como sintonía de apertura del programa Alfred Hitchcock Presenta, dirigido y presentado por el propio realizador británico.
Como habréis adivinado, la cosa va de cine. Pero no os asustéis.
Aún no.
Leed un poco más.
El título responde a un evidente y nada discreto ataque de cinefilia, pero también a una intención puramente subjetiva de poderoso simbolismo. Por supuesto, no me voy a dedicar al panfleto ideológico, y mucho menos en este momento, en esta primera entrada. Eso lo reservo para próximas actualizaciones, si se tercia.
Continúo.
Este blog ronda alrededor del cine, pero no pretendo que sea un espacio más para hablar de banalidades sobre las estrellas de la gran pantalla, ni sobre informaciones superficiales sobre la industria, ni siquiera para alimentar la expectación sobre estrenos, haciendo el juego de las campañas de relaciones públicas de las grandes empresas. Sinceramente, no me parecen relevantes, y es obvio que no puedo competir con otros blogs que ya lo hacen, ni con las revistas especializadas que cobran para proporcionar ese tipo de informaciones.
El propósito de este blog es envolver al cine con una visión más personal, íntima y reflexiva. El cine –y aviso: aquí es donde me pongo pedantón, absténgase lectores sensibles a este tipo de ramalazos- es una práctica artística, una manera más de retratar un momento, de reflejar una época, de dar testimonio y de describir sentimientos. El cine es la más fácil manera de que los espectadores se sumerjan en esas pequeñas historias y elaboren una opinión propia, personal e íntima. El entretenimiento es importante, sin duda, pero no es lo único que debe mover a ocupar las butacas. Este es el gran problema, el clásico dilema: la producción cinematográfica es el negocio que más se ha extendido dentro de las disciplinas artísticas, y desde su nacimiento tuvo una acogida eminentemente popular, por lo que siempre ha habido una diatriba entre quienes defienden la profundidad y entre quienes defienden el entretenimiento despreocupado. No está reñido, es más, diría que en ningún momento ha sido incompatible.
En los albores del siglo XX, la mercantilización del arte estaba ya en pleno proceso de desarrollo, y es evidente que el cinematógrafo fue la cobaya más útil para comprobar sus efectos. Y la más rentable. Por tanto, y sin entrar en un análisis concienzudo sobre esta cuestión –que no es mi labor, y además, es evidente que no sabría hacerlo con la misma capacidad argumentativa que la del señor Walter Benjamin[2]- alerto en este momento, que este es un blog de opinión –todos lo son, no lo olvidéis - por lo tanto, todas y cada una de las entradas que incluya aquí, están pasadas por el filtro de mi subjetividad.
Los hechos son sagrados, las opiniones son libres[3]. Naturalmente, todo aquello que escriba que esté referido a datos, acontecimientos objetivos, será convenientemente citado, y en el caso que no sea así, por despiste o ligereza, os ruego que me lo exijáis de inmediato. Quid pro quo, es lo justo. Y además, necesario.
Dado que lo que vais a leer aquí pertenece en exclusiva a mi opinión, en contrapunto, para hacer de este un lugar de debate, os agradezco que respondáis, opinando y discutiendo, y que lo hagáis siempre con respeto. Los denominados Trolls no tienen cabida en este blog y todo tipo de comentarios que alteren esta política de discusión dialéctica y argumental, inmediatamente serán eliminados.

Cada semana se estrenan un puñado de películas que, eclipsadas por las campañas publicitarias de las grandes distribuidoras, pasan sin pena ni gloria por las salas. Muchas, realmente, no merecen la pena, otras, en cambio, sí, Aclaro: no quiero decir que las películas de estas empresas sean peores que las otras, pero en la mayoría de los casos, la experiencia nos demuestra que se tratan de productos de mercado, destinados a un público objetivo –un target- muy determinado, al que por supuesto, respeto, sin compartir en absoluto su preferencia. El entretenimiento prefabricado posmoderno de usar y tirar, que se olvida al cruzar la puerta de la sala, no me interesa. Prefiero las imágenes que dejan una mácula, una intención, una chispa de reflexión, una muesca en la memoria. Y eso no está reñido con el entretenimiento, ni con el dinero que respalda el proyecto, ni mucho menos, con la nacionalidad del ojo que mira detrás de la cámara. El cine es la forma de expresión más característica de nuestro tiempo, y la más interesante y útil de sus facetas surge de la labor artística, y no de la mera planificación industrial.

En este blog intentaré acompañar a las películas de una reflexión interpretativa, sociológica e incluso semiótica de las imágenes que las componen, y siempre, sin alejarme del propósito primero del blog, relacionar el cine con la actualidad para ofrecer una visión particular del cine de hoy y de ayer, sin importar su factura, sino su mensaje.

Normalmente, no soy tan serio, ni tan sobrio, pero la primera entrada de mi primer blog me exigía una presentación de este tipo, una Irradiación de principios.
"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."[4]

Gracias por haber llegado hasta el final.
Bienvenidos, ocupen su localidad.


[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Gounod
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Walter_Benjamin
[3] http://periodistas21.blogspot.com/2004/03/la-veracidad-de-la-opinin-sorprende-la.html

No hay comentarios: